viernes, 15 de abril de 2011

EDITORIAL: ¿3D sí, 3D no?

Desde Rincón Gafapasta queremos resaltar la importancia que está teniendo la introducción del formato 3D en el mundo del cine.

Aunque ahora aparezca hasta en la sopa y al final de casi todos los trailers, especialmente los de grandes producciones, eso de “¡Disfrútala en 3D!”, solo hace unos meses que las primeras películas empezaron a lanzarse en este formato de manera habitual.

Hasta ese momento, ver una película en 3D era algo excepcional, cosa casi siempre exclusiva del IMAX y ligada al más puro espectáculo, al “me van a lanzar algo a la cara”, cosa de parque de atracciones; desde luego, en absoluto para el cine normal y corriente.

Pero entonces llegó él, James Cameron, el Rey Midas del cine actual y su descomunal proyecto de Avatar en 3D, que prometía revolucionar la concepción del cine… y lo revolucionó. Como ya hemos dicho, en cuestión de meses las salas se llenaron de cine en 3D, de gente mareada con gafas del tamaño de escafandras y de bolsillos un poco más vacíos. Si el 3D, tal y como aseguraban los patrocinadores del sistema, era más barato para los realizadores y evita el pirateo, ¿por qué las entradas han subido tantísimo de precio?

Además, por lo visto se nos engañó como a bobos en los primeros momentos de este boom, puesto que había 3D falso. Hecha la ley, hecha la trampa, como no, faltó tiempo. Multitud de producciones que se anunciaban del mismo modo que Avatar en realidad seguían un sistema diferente que aplicaba el 3D en postproducción y no durante el rodaje, y por tanto tienen una calidad inferior, como denunció el propio Cameron. Sin ir más lejos, Furia de Titanes, protagonizada por el mismo actor que Avatar, es una de estas “tramposas”.

Pues bien, por si no nos parecía suficiente la omnipresencia del 3D en el cine (ahora al menos las gafas son un poco más cómodas, algo que desde nuestro Rincón Gafapastero agradecemos), ahora se quiere introducir en las televisiones, en los dispositivos móviles e incluso en las videoconsolas. Eso sí, se insiste en que no es perjudicial para la vista. No sabemos si esto es cierto, lo que sí sabemos es que es muy perjudicial para la economía de los estudiantes.

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