jueves, 31 de marzo de 2011

CRÓNICA sobre Ángel o demonio

Un día inesperado de rodaje sobrenatural

Era 7 de abril y hacía sol cuando llegué a eso de las tres de la tarde a mi humilde callejón de siempre, donde acostumbra esperarme un sitio abandonado a disposición de un único coche enfermizo. Un hueco vacío que, en ocasiones, hasta quedaba holgado ante las impotentes dimensiones de una mountain bike o, en su defecto, mi Clío, y que, aquel día de alergia asfixiante, desaparecía escondido tras dos camiones poco acordes a mi callejón preciado. Deseé que todo aquel jaleo fuera fruto de un gran evento, y no de toros, pues dado el cansancio acumulado durante la mañana lo último que esperaba era pasarme la tarde como cada domingo de corrida, dando vueltas en busca de un reposo para mi anciana reliquia, para nada.

Obviamente toros no eran, pues en ese caso los camiones no serían sino más que Rols Rois de prepotencia hitleriana adueñada de una generación vilmente acomodada y en peligro de extinción. Me zambullí en la masa de curiosos, vecinos del barrio en su mayoría, y entre los árboles, camiones, calvos y rastafaris pude ver el objeto de tanta expectación. Se rodaba un capítulo de una serie de televisión que, según comentó el portero, se llamaba Ángel o demonio. Testigo de una nueva sensación, pronto olvidé las vueltas de más en coche, pues estaba viviendo un making off. Me integré, pues, en el pueblo llano audiovisual de los cámaras. Rodarían solamente durante ese día uno de los 13 episodios que conformaban la segunda edición de la serie, la cual era producida por Plural Entertainment. Resultaba que lo que, en un principio, iba a ser una de las nuevas apuestas de Cuatro para el 2011, tras su fusión con Telecinco, pasaba a ser de la cadena Fuencarral.


Pronto empezó la eterna lucha entre el bien y el mal, centrada en el personaje de Valeria Gascón (interpretada por Aura Garrido), una joven que descubría que era un ángel, por lo que se veía obligada a cumplir con la misión de enfrentarse a los Caídos (demonios) para combatirlos. Fue entonces cuando me interesé por la burguesía de lo audiovisual y presté atención al comportamiento de los actores, vastos intérpretes de un simple plano secuencia, sin diálogos y lejos de lo sobrenatural característico del género, pero que repetían una y otra vez la toma hasta hartar a un público, que abandonaba el rodaje y continuaba con sus obligaciones diarias. Todo este escenario de profesionales funcionaba bajo la insistencia de la clase alta audiovisual, un director empecinado en perfeccionar detalles poco relevantes.


A mi juicio, ese y los posteriores planos grabados desvelaban una serie de género de ciencia-ficción mal conseguida, con diálogos poco creíbles; giros de guión previsibles, dadas las evidentes anticipaciones; y personajes estereotipados al máximo, claramente decantados entre buenos y malos. Sin embargo, la falta de acción y de suspense por parte de los actores, o quién sabe, quizás de los guionistas, se compensaba con una labor intensa de trabajo en equipo, iluminación, realización y demás competencias dentro del equipo de televisión montado aquel día primaveral a la puerta de casa. Unidad técnica esporádica, imprevisible, móvil, activa, emocionante, espontánea, inquietante, absorbente, insólita.



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